31 d’oct. 2009

Mis primeras reflexiones

Una buena forma de evitar la piratería, si es que esto se convierte en uno de nuestros objetivos como empresa, es disipar las motivaciones que inducen a las personas a buscar contenidos protegidos sin querer pagar por ellos:

Que el precio sea lo suficientemente asequible como para que no merezca la pena tener una copia ilegal.

Que nuestra obra está complementada con un valor añadido que no sea fácilmente pirateable, que ese complemento no pueda ligarse o unirse fácilmente al producto central, o que lo que añadimos al producto requiera algún tipo de autenticación on-line que nos proporcione más seguridad como autores o editores sin menoscabar la comodidad y accesibilidad del usuario.

Que la visibilidad y disponibilidad de nuestra marca y producto sean suficientemente efectivas como para que al usuario le resulte muy fácil localizarnos, encontrar lo que busca entre nuestra oferta y ejecutar su decisión de compra con la mayor facilidad posible.

En definitiva: que le merezca la pena utilizar contenido legal y de pago.

Si aun así queremos invertir recursos en luchar abierta y directamente contra la piratería, una opción para los que piensen en la necesidad de proteger las obras con gestores de derechos digitales (algunas voces “autorizadas” del meollo ya postulan que no se proteja el contenido) sería confiar en que grandes empresas de tecnología DRM no dejarán de innovar para evitar descargas o usos ilegales de contenidos protegidos.

Sin embargo, empiezan a detectarse problemas de compatibilidad con diferentes gestores DRM en diferentes dispositivos lectores. Al parecer un dispositivo preparado para gestionar DRM para el formato epub, no siempre puede gestionar otros DRM para otros formatos de e-book.

Para el sector del libro de texto, contenidos educativos u obras digiridas al entorno de la formación, otra opción que se está posicionando como la más segura es la de facilitar el acceso a los contenidos de forma on-line. Si los contenidos están almacenados y accesibles “en la nube” un sistema de gestión de licencias podría ser la solución.

Como todos sabemos, trabajar “en la nube” requiere disponer de una conexión siempre que se quiera acceder al contenido y aun así existe la posibilidad del “pirateo” de licencias, aunque sea un sistema más controlable. Para que esa conexión permanente se haga más extensiva, las operadoras tendrán que entrar (como ya están entrando) en el juego para ampliar o universalizar un acceso de mejor calidad y más ajustado en precio.

Para cualquiera que publique contenido digital con acceso de pago, parece que lo más aconsejable es que el formato sea lo más estandarizado posible para que pueda utilizarse en el mayor número y tipo de dispositivos y, para los que no podamos permitirnos una propia, que esté disponible a través del mayor número posible de plataformas y canales de distribución.

En cualquier caso, es de esperar que las grandes plataformas de distribución, los grandes generadores de contenidos y los editores de best-sellers dedicarán más recursos, se preocuparán más y en definitiva harán el mayor esfuerzo por encontrar formas de impedir la piratería.

Un último apunte más, relacionado con la experiencia del negocio de la música y el cine: tal vez lleguemos a interpretar en el futuro que una descarga ilegal masiva de alguno de nuestros productos nos aporta un beneficio indirecto que nos vuelva a hacer reflexionar sobre nuestro modelo de negocio.

Espero que mi procedencia del sector del libro de texto educativo y mi orientación al márketing y la comunicación no hayan distorsionado demasiado estas reflexiones.

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